El paso del tiempo

Estoy sentado frente a mi espejo y solo veo mi triste cara reflejada en el, es el rostro viejo y arrugado de quien tiene casi todo perdido y poco por ganar, por eso hundo mi cabeza entre mis manos y rompo a llorar, las lagrimas resbalan por los surcos de mi piel y caen como perdidas sin saber si van a volver.

Mis ojos están apagados, sin el brillo que tenían en su juventud, ahora marchitados por esta fea decrepitud. Me levanto y voy hacia la ventana, contemplo el paso del tiempo que parece cada vez más lento, como si quisiera aumentar mi condena y hacerla larga y agonizante.

El Otoño hace su aparición con su cielo gris y su Sol apagado, mientras me quedo ensimismado viendo cómo las hojas empiezan a caer, año tras año, para luego volver a renacer. Sin embargo mi tiempo se ha acabado y no hay nada que pueda hacer. Vuelvo a mi lecho, como si desde allí pudiera esperar más tranquilo y sosegado el momento de marchar, ya que el tiempo no ofrece tregua, se te lleva sin avisar y aunque ahora llore como un niño, se que nunca lo volveré a ser, pero me reconforta volver con mi mente al pasado y saber que un día fui un chiquillo alocado que pensaba que tendría el mundo a sus pies.

Ahora, desde mi lecho, cuento e paso de las horas, marcadas por el ritmo del reloj y en cada minuto y en cada segundo, me voy despidiendo de mi mundo, y mientras doy mi último suspiro, una mano fría se posa sobre mi frente y me va cerrando los ojos para siempre, lenta y silenciosamente.

Canción del día: Jevetta Steele - I´m Calling You